jueves, 2 de julio de 2009

El cine como constructor cultural de la realidad

En el estudio de las identidades culturales es importante analizar cómo se construyen esas representaciones o imaginarios de nuestra realidad, con los cuales nos identificamos y asumimos como propios. Partiendo de la idea de que las identidades nacionales son construcciones imaginarias que se crean y se refuerzan gracias a un sistema de aparatos culturales, afirmamos que el cine como producto cultural es uno de los medios de comunicación que proporciona mayores modelos de identificación y proyección de una representación de lo nacional, es decir que el cine es un constructor de representaciones de la realidad y por lo tanto es un constructor cultural de la realidad.

La identidad cultural es “una conciencia compartida por los miembros de una sociedad que se consideran en posesión de características o elementos que los hacen percibirse como distintos de otros grupos, dueños a su vez de fisionomías propias” (León citado en Ainsa, 1986: 30). Por otro lado, según García Canclini, “las identidades nacionales son construcciones históricas, basadas tanto en procesos sociales como en imaginarios colectivos” (García Canclini, 1999: 36). Es decir, son construcciones o imaginarios sobre el origen y futuro de una sociedad, pero estas construcciones pueden ir cambiando y modificándose de acuerdo a los procesos sociales que se den en una sociedad. En este sentido, tanto la identidad nacional, como el mismo sentido de nación, no son algo concreto y constante, sino una imagen construida y reinventada una y otra vez por la historia del territorio. Como lo señaló Benedit Anderson (1993) al definir a la nación como “una comunidad política imaginada”, puesto que sus miembros no conocerán jamás a la mayoría de sus compatriotas, sin embargo, en la mente de cada uno está la imagen de su comunión. Pero ¿cómo se construye esta imagen de nación?, según Anderson, la raíz de esa imagen de nación se dio desde la aparición de la imprenta como el primer medio de comunicación. Cuando se empezaron a imprimir libros en las diferentes lenguas vernáculas y se dejó de lado el uso exclusivo del latín, los nuevos lectores cobraron conciencia de los miles y millones de personas que compartían su campo lingüístico y que a la vez sólo esos miles o millones pertenecían a ese campo. Fueron estos lectores que se relacionaron a través de la imprenta quienes formaron en su “invisibilidad visible” la comunidad nacionalmente imaginada (Anderson, 1993: 73). En este sentido, si la invención de la imprenta hizo posible la comunidad imaginada de nación, actualmente estas experiencias se reproducen a través de otros medios de comunicación como el cine.

La construcción cultural de la realidad

Según del Río y Fuertes (2004), la reconstrucción de la realidad que realiza el sistema psíquico de los seres humanos es “ecológica natural”, cuando obtiene información gracias a los instintos y el contexto, y es “ecológica cultural”, cuando la información la percibe gracias a un conjunto de estructuras perceptivas aparecidas históricamente; son un conjunto de mecanismos sociales y artificiales de los cuales nos apropiamos e interiorizamos. Entre ese conjunto de estructuras perceptivas están los medios de comunicación, puesto que “son sistemas complejos de mediaciones que contribuyen a extender, rediseñar y reconstruir el sistema funcional; vienen funcionalmente a constituir un sistema perceptivo postizo al que encargamos que nos guíe. Lo que mire ese sistema existe, adonde ese sistema no mira, desaparece, deja simbólicamente (y funcionalmente a nuestros efectos) de existir” (del Río & Fuertes, 2004: 205). En este sentido nos apuntamos a la creencia de que “lo real se construye desde lo imaginario”, y pocas defensas tenemos ante ello pues como nos dice Wolf, la ficción se tiñe de realismo y todo tiene apariencia de realidad (Wolf, 1991). El cine como contenedor de ficciones - imaginarios – proporciona la trama y la estructura para que los repertorios informativos y científicos se integren para construir un marco retórico del mundo, una cosmovisión, puesto que “es la ficción la que conforma la realidad y genera un pasado y un futuro para dar forma en su seno al presente, para ver lo presente representacionalmente, como re-presentado, como algo que puede inscribirse en una narrativa de mundo y de vida” (Fuertes & Del Río, 2004: .183).

El discurso cinematográfico al estar presente en la esfera pública aporta a la tematización del espacio público, “el proceso de tematización contribuye a largo plazo a la construcción de la realidad social, entendida ésta como el mundo cotidiano del sentido común, memoria e identidades colectivas” (Trenzado, 1999: 3). Nos basamos en la teoría de la Agenda Setting (McCombs, 1972; Cohen, 1963), que aunque generada para el ámbito de la actualidad, de la noticia, creemos que puede ser aplicada para los contenidos de ficción pues no en vano estos son los transmisores del discurso cultural. La hipótesis general de esta perspectiva afirma que los medios de comunicación se centran en unos contenidos en detrimento de otros, demostrándose su efectividad a la hora de decirle a la gente sobre qué es importante pensar, más que en cómo o qué pensar sobre los temas. (del Río, 1996: 321) De esta forma, los contenidos de las ficciones, con la selección previa que se produce de los asuntos a tratar en la fase de guionización, influyen en la sociedad pues ponen de actualidad determinados temas a la vez que hacen desaparecer (por exclusión) otros, y este temario va teniendo efecto en la construcción que la sociedad pueda hacer de los elementos que existen en la realidad. El cine no sustituye a la realidad, sino que la representa, sin embargo, el discurso cinematográfico responde a unos determinados intereses y a una determinada visión del mundo, por lo tanto este discurso es portador de cultura, la muestra a través de códigos y prácticas significantes, reproduce y organiza un sistema de valores, y al organizarlo, introduce también una carga ideológica.

Bibliografía

Ainsa, Fernando. (1986). Identidad cultural de iberoamérica en su narrativa (1º edición ed.). Madrid: Editorial Gredos, S.A.
Anderson, Benedict. (1993). Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo (E. Suárez, Trans. 1º ed.). México: Fondo de Cultura Económica.
del Río, Pablo (1996). Psicología de los medios de comunicación: Hacia un diseño sociocultural en comunicación audiovisual. Madrid: Síntesis
del Río, Pablo & Fuertes, Marta. (2004). ¡Cámara!, ¡acción! Un análisis de la confrontación de la tipología industrial y la tipología dramática en el proceso de construcción de la realidad por el cine. Cultura y educación 16 (1-2), 203-222.
Fuertes, Marta & Del Río, Pablo (2004). El viento se llevó lo qué...Un análisis de la creación cultural y la construcicón narrativa en el cine. Cultura y Educación, 16 (1-2), 181-201.
García Canclini, Nestor. (1999). Políticas culturales: de las identidades nacionales al espacio latinoamericano. En Las industrias culturales en la integración latinoamericana (pp. 35-63). Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires.
McCombs, M. E., & Shaw, D. (1972). The agenda-setting function of mass media Public Opinion Quarterly, 36, 176-187.
Trenzado, Manuel (1999). Cultura de masas y cambio político: El cine español de la transición. (1º Edición ed.). Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas y Siglo XIX de España Editores, S.A.
Wolf, Mauro. (1991(1985)). La investigación de la comunicación de masas. Críticas y perspectivas (2ª ed.). Barcelona: Paidós.

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